
La República: «Minería vs sostenibilidad: hora de cambiar paradigmas»
La República, uno de los diarios económicos y financieros más importantes de Colombia, ha publicado la última tribuna de nuestra presidenta, Núria Vilanova, titulada «Minería vs sostenibilidad: hora de cambiar paradigmas».
Creo que es el momento de romper tabús y cambiar paradigmas y pensar que lo sostenible es aquello que garantiza tanto el futuro de las personas como del medio ambiente. La minería se ha tratado como una inversión fuera de la sostenibilidad, e incompatible con los proyectos que financian los bancos de desarrollo. Pero el mundo está cambiando; y lo que antes penalizaba ahora es estratégico. Un asunto que se abordó brillantemente en la reciente presentación del informe anual del Consejo Privado de Competitividad, del que Atrevia forma parte.
No olvidemos que no hace mucho, en España, los bancos llegaron a pedir a empresas de armamento en España que retiraran sus cuentas de la entidad, porque en aplicación de las normas de governance y compliance no querían trabajar con clientes del sector. Hoy estas compañías de seguridad y defensa son estratégicas para el futuro de los países.
Por otros motivos, la minería ha estado también fuera de planes estratégicos, como es el caso del Global Gateway de la Unión Europea, enfocados en la transición energética y en la sostenibilidad.
Sin embargo, debemos cambiar la perspectiva. Porque, mi pregunta es si hay algo más sostenible que una producción ordenada y regulada. Una adjudicación o licencia de explotación sujeta a altos estándares medioambientales, siempre será infinitamente más sostenible que una extracción de minerales furtiva o ilegal.
Por ejemplo, pensemos qué ocurre cuando se deniegan los permisos a minas de tierras raras o de oro ya existentes, en un momento en que su valor se encuentra en máximos históricos en los mercados internacionales. Hablamos de recursos imprescindibles para garantizar la independencia de un país, favoreciendo el crecimiento económico y, a partir de ahí, fortaleciendo la confianza en los sistemas democráticos y en los proyectos transformación social.
Todo esto corre peligro cuando se sabe de la existencia de un yacimiento, por citar un caso, de oro. Si no se concede una licencia, las personas más vulnerables van a intentar escarbar en las tripas de la tierra para poder encontrar ese valioso metal, poniendo en riesgo su vida al sufrir desprendimientos, o, cuando menos, heridas por trabajar absolutamente desprotegidas. Además de estar, en muchas ocasiones, a merced de bandas criminales que les pueden robar o extorsionar. Pero, si a pesar de sobrevivir a estas situaciones, consiguen encontrar oro, no tendrán capacidad para depurarlo de una manera correcta y acabarán vertiendo mercurio a cauces y acuíferos.
Por tanto, debemos preguntarnos si de verdad la decisión más sostenible es no promover la minería legal, concediendo autorizaciones vinculadas a estrictos criterios y medidas medioambientales, como la construcción de plantas potabilizadoras, o a iniciativas con impacto positivo en la comunidad y el territorio en materia de sanidad o educación. Las minas suelen estar en zonas remotas, donde atraen personal cualificado y aumentan la renta a través de los sueldos por encima de la media que, además, permiten salir de la pobreza y dar el salto de la informalidad a la formalidad. Así, se cierra el círculo, porque las personas pasan de la vulnerabilidad a apoyar a su país a través de sus impuestos, y a garantizar su propio futuro a través de un marco de protección que debe incluir un sistema de pensiones.
En definitiva, mi propuesta es que abramos la mente y que el concepto de sostenibilidad también ampare y proteja aquellas áreas de nuestros países que pueden acabar contaminadas a través de la minería ilegal. Si promovemos modelos de explotación responsable, evitaremos el sufrimiento de aquellos que no tienen la oportunidad de decidir, y generaremos y movilizaremos recursos necesarios para crear un futuro mejor para nuestros países y sus ciudadanos.
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