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La República: «Liderazgo evolutivo: nunca dejes de aprender»

La República: «Liderazgo evolutivo: nunca dejes de aprender»

La República, uno de los diarios económicos y financieros más importantes de Colombia, ha publicado mi última tribuna titulada «Liderazgo evolutivo: nunca dejes de aprender».

En un mundo que se acelera y se vuelve más complejo también los liderazgos deben evolucionar. Es la tesis que defiendo desde hace casi 40 años, cuando tuve que definir mi propio estilo de liderazgo, porque no había referentes de mujeres empresarias que partieran de cero. Desde entonces, no he dejado de aprender.

He puesto en práctica un liderazgo próximo, empático, que se preocupa por el crecimiento profesional del equipo, que comprende y analiza los errores -de los fracasos se aprende-, y que, por supuesto, delega y confía en su gente. Nunca he buscado personas que piensen igual que yo, pero sí que compartan valores, visión y una forma de hacer las cosas, porque no todo vale.

Y todo ello, acompañada de una sana ambición; entendida como afán por romper fronteras; hacer cosas innovadoras y crecer más que los otros porque has sabido involucrar al equipo y has sabido tomar decisiones que no eran fáciles. Es, a lo que alguna vez me he referido como, liderazgo contraintuitivo, en el que la razón se antepone a los sentimientos y emociones.

Y en ese constante aprendizaje, hoy se detectan paradojas como que, en un mundo hiperconectado, se están creando esferas incomunicadas y burbujas que nos hacen sentir realidades diferentes ante unos mismos hechos. Por eso, entre las funciones del líder de hoy gana peso escuchar y conectar no solo a su equipo, sino a todo lo que le rodea.

Escuchar es la única forma de detectar a tiempo las señales equivocadas y elegir el camino correcto en un escenario cada vez más confuso y en que hay que analizar más factores. Los datos son importantes, pero sin la escucha no tiene valor, porque perdemos el contexto. Hay que diferenciar la opinión publicada de las tendencias reales que mueven a la gente. Y para conocer esas motivaciones hay que escuchar. Somos personas, no perfiles: interactuamos más allá de las redes sociales, convivimos en sociedad. Hay que promover la escucha a todos los niveles -política, empresa, sociedad, gobierno, familia- como herramienta vital para la conciliación y para la resolución de problemas y conflictos.

Conectar nos permite compensar el proteccionismo de algunos con el multilateralismo de otros. Una idea a aplicarse no sólo entre países, sino a todos los niveles: para que me vaya bien a mí, les tiene que tiene que ir bien a todas las personas o grupos con los que interactúo. Tenemos que ser conscientes de la diversidad que nos rodea. No basta con una mirada plural.

Hay que poner a trabajar juntos a hombres y mujeres; a personas de la generación Z, silver o millennials; de procedencia o culturas diferentes. Este enfoque transversal activa reacciones en cadena de creatividad, innovación y talento que facilita encontrar soluciones a cualquier desafío. Todo lo contrario que los populismos, que simplifican el origen de los problemas buscando culpables y proponen respuestas de dudosa eficacia a largo plazo.

En resumen, para un líder escuchar es más importante que nunca para identificar inquietudes, retos, oportunidades, tendencias, porque sin ello las organizaciones están abocadas al fracaso. Y conectar es imprescindible para generar redes y flujos en los que cada agente puede ser puente y trampolín que genere valor añadido. Y, por supuesto, como dice una frase atribuida a muchos autores, “nunca dejes de aprender porque la vida nunca deja de enseñar”. Esa es la clave del liderazgo evolutivo, porque como en la teoría de la evolución de Darwin, el futuro no es de los más fuertes, sino de aquellos que mejor se adaptan al cambio.

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