El Mundo: «Estamos en un momento histórico para relanzar la relación euro-latinoamericana»
Con la llegada de la cumbre que se realiza en Bruselas el próximo mes de julio y en la que se debatirá la relación entre la Unión Europea y América Latina, he colaborado con un artículo de opinión en el diario El Mundo, que os comparto a continuación confiando en que resulte de vuestro interés.
«Hay trenes en la historia de las naciones que no se pueden perder. Quedarse en el andén condena a permanecer en la periferia del mundo, del desarrollo, de las oportunidades de futuro. Uno de esos trenes va a pasar para la Unión Europea y para América Latina en una cumbre que se celebrará durante el próximo mes de julio (los días 17 y 18) en Bruselas.
Europa y los países latinoamericanos, cuyos vínculos son históricos, apostaron en los años 90 del siglo pasado por ir conformando una alianza estratégica que, con el paso de los años, ha ido perdiendo vitalidad. Por desavenencias mutuas y porque ambas regiones pusieron el foco en otros escenarios no se celebran cumbres entre la Unión Europea y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) desde el año 2015.
Varios acontecimientos han venido a sacar de ese letargo a la relación y a poner sobre la mesa la necesidad de dotarla de nueva vida para evitar que europeos y latinoamericanos corran el riesgo de quedar sumidos en la irrelevancia en el contexto global. La Unión Europea ha perdido protagonismo en los últimos tiempos en Latinoamérica: sigue siendo el principal inversor, sí, pero en intercambios comerciales el bloque comunitario ha sido ya superado por China, un país que también se ha erigido en el gran prestamista de la región y cuya presencia allí no deja de aumentar.
La pandemia desveló la elevada dependencia que tiene la Unión Europea con respecto a insumos procedentes del gigante asiático y la invasión rusa a Ucrania ha hecho saltar las alarmas también sobre la dependencia de los europeos, en este caso energética, en relación a socios poco confiables como Rusia. Y la actual pugna entre grandes potencias (Estados Unidos vs China) pone en evidencia que terceros actores, como la Unión Europea y los países latinoamericanos, pueden verse atrapados en una nueva guerra fría perdiendo así autonomía y protagonismo.
Todos estos factores, unidos a la próxima Presidencia española de la UE durante el segundo semestre de este año y a la presencia de Josep Borrell al frente de la política exterior europea, contribuyen a convertir la cita en Bruselas en un momento histórico para relanzar la relación euro-latinoamericana, para generar una relación estratégica duradera y de enorme interés bilateral en todos los planos a largo plazo, desde el económico, comercial e inversor al social. Como señala el ministro de Asuntos Exteriores, Cooperación y Unión Europea español, José Manuel Albares, «nunca más» Europa debe dar la espalda a Latinoamérica.
La clave para reconstruir el vínculo sobre bases firmes y voluntad de permanencia en el compromiso es dotar de contenido a la cumbre para que sirva de pilar sobre el que sostener esa futura y sólida alianza estratégica. Una relación apoyada en cinco grandes columnas: en primer lugar, en un vínculo entre iguales basado en un diálogo horizontal. «Europa tiene que contar con América Latina y América Latina tiene que contar con Europa», en palabras de Borrell.
Además, debe europeizarse más aún el interés por América Latina para que no sea solamente un asunto español, sino que adquiera importancia decisiva para el resto de las naciones europeas. Esto, de hecho, ya viene sucediendo: Alemania, Francia, Italia y Holanda, por ejemplo, han incrementado su interés por la región y sus vínculos inversores y comerciales en el área en los últimos tiempos.
Asimismo, tiene que producir mutuos beneficios para la Unión Europea y para los países latinoamericanos: económicos, geopolíticos (apuesta por el multilateralismo) y también en lo referido a la defensa de los derechos humanos y las libertades. Europa y América Latina, regiones mayoritariamente democráticas, se alzan como bastiones de democracia frente al ascenso de alternativas autoritarias y populistas.
En cuarto lugar, Europa y Latinoamérica son regiones afines y económicamente complementarias, con necesidades semejantes derivadas de la transición digital y verde. Como aliado estratégico América Latina está llamado a ser suministrador fiable de los insumos y materias primas claves (posee el 85% de las reservas mundiales de litio, por ejemplo) para que Europa desarrolle su IV Revolución Industrial. Y los países europeos son claves para impulsar la transición productiva, tecnológica y digital en Latinoamérica, basada en una economía descarbonizada, verde y ecológica, apoyada en la innovación y en un desarrollo sostenible social y medioambientalmente.
Además, Bruselas puede ayudar a la reforma de las instituciones financieras internacionales para mejorar el acceso latinoamericano al crédito. Parece evidente que, como ha afirmado el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, «nos necesitamos, nos complementamos para potenciar nuestras economías».
Y, finamente, la alianza estratégica, para resultar creíble, debe incluir un claro mensaje sobre la definitiva ratificación del acuerdo de asociación con el Mercado Común del Sur (Mercosur). Tras más de 20 años de negociaciones el hecho de no diseñar, al menos, un cronograma de obligatorio cumplimiento para la conclusión del tratado restaría credibilidad a la UE y su objetivo de impulsar una alianza estratégica con América Latina.
Durante su reciente visita a España, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva de Brasil, la gran economía de Mercosur y de Latinoamérica, expresó su confianza en que el pacto entre Europa-Mercosur pueda cerrarse durante el semestre de Presidencia española de la Unión, un período que coincidirá, además, con la Presidencia de turno brasileña en el bloque comercial sudamericano.
Tanto Brasil como España consideran que el gran reto por delante y la prioridad hoy es lograr la ratificación final del acuerdo, rubricado en 2019 tras dos décadas sin avances, y que este es pieza clave para esa nueva relación estratégica entre ambos bloques. Y tanto el presidente Pedro Sánchez como el mandatario brasileño se han comprometido a hacer todo lo posible por desatascar un pacto largamente demorado que constituye una enorme oportunidad para todos.
Si la UE, junto a EEUU -tradicional actor relevante en Latinoamérica-, no actúa de forma decidida para relanzar un vínculo renovado, mutuamente beneficioso y con perspectiva de largo plazo, nuevos actores económicos tratarán de ocupar su lugar geoestratégico. Algunos, como China, ya han aprovechado ese período de cierta inacción europea para ganar influencia en detrimento de la Unión en los últimos años. Y otros, de Corea del Sur y Japón a la India, pasando por algunos Estados petroleros del Golfo, a través de sus fondos soberanos se preparan para ganar terreno en una región cuya importancia crecerá y será determinante en el futuro.
Rediseñar y reimpulsar el vínculo transatlántico entre la UE y América Latina se convierte en una de las herramientas principales para que la región latinoamericana salga de la periferia geopolítica en la que se halla y para que la Unión Europea recupere influencia, autonomía y presencia mundial. Para que esto ocurra Europa está abocada a plantear y diseñar una agenda integral y competitiva que resulte atractiva para América Latina ante el desafío y proactividad de países competidores en la región como China. Por su lado, las naciones latinoamericanas deben alcanzar acuerdos de mínimos entre ellas y ser capaces de convertirse en un interlocutor fiable y generador de certidumbre.
Todo lo que sea reiterar viejos tópicos y no innovar y ser flexibles para modernizar el vínculo europeo-latinoamericano en la nueva coyuntura geopolítica mundial se va a traducir en un mero ejercicio retórico, mientras otras naciones avanzan y ganan terreno en la región con políticas más asertivas, pragmáticas y basadas en intereses comunes.
La próxima cumbre Unión Europea-CELAC supone, por lo tanto, una oportunidad histórica para que europeos y latinoamericanos sean protagonistas en el diseño del siglo XXI y no se queden en el vagón de cola. Como resume Josep Borrell, «Europa necesita aliados para existir en el mundo» y América Latina tiene «oportunidades que ofrecer y oportunidades que recibir».
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