Hacia una comunicación tecnológica, sostenible y centrada en las personas
En los últimos años, la incertidumbre se ha convertido en un factor condicionante con el que nos hemos visto forzados a aprender a convivir, tanto a título personal como, por supuesto, a nivel de empresas y organizaciones.
Pero también ha venido a subrayar, como nunca, la importancia de la comunicación como agente activo, palanca de cambio y como herramienta para transformar el mundo y ofrecer las tan necesarias certezas en tiempos de inseguridad y desconfianza.
Hace solo unas semanas, en el marco del III Congreso Iberoamericano de Comunicación, Marketing y Asuntos Públicos de ATREVIA, pudimos analizar las tendencias que están marcando y van a marcar el futuro de estas tres áreas y, a partir de ahí, identificar los principales retos que afrontan estos sectores y que hoy comparto con esta reflexión
La tecnología encarna el primero de los grandes desafíos a corto, medio y largo plazo. Y es que la entrada en escena de cada vez más tecnologías disruptivas como el Big Data, la IA y ahora el metaverso, entre otros, ha supuesto una revolución a todos los niveles, con una gran repercusión social. Esto obliga a las empresas a subirse al carro de la digitalización si no quieren quedarse atrás, lo que supone no solo integrar estas nuevas herramientas, sino adaptarse y aprender a utilizarlas de manera que se aprovechen todas las ventajas, oportunidades y beneficios que ofrecen.
Pero la tecnología sin las personas no es nada, y la sociedad espera ahora encontrarse con estrategias humanizadas, que coloquen a las personas en el centro de toda acción corporativa. Y esto incluye a la comunicación. Este reenfoque es necesario y exige, vinculado con todo lo anterior, poner en práctica una escucha social -especialmente viable en el escenario digital- que nos permita conocer las preocupaciones, inquietudes y expectativas de los distintos públicos para poder darles las respuestas que necesitan.
Llevar a cabo este ejercicio nos permitirá constatar que las prioridades de los nuevos consumidores han cambiado, y que ahora, muy al margen de las diferencias generacionales, existe un interés común en hacer del mundo algo mejor. Se espera, por tanto, que las organizaciones contribuyan a ello, integrando la sostenibilidad de forma transversal en la compañía y demostrando un compromiso real que, más allá del propósito, se traduzca en acciones. Solo aquellas empresas que estén a la altura y sepan comunicar su responsabilidad medioambiental y social gozarán del reconocimiento que les permitirá seguir siendo relevantes.
En línea con todo lo anterior, y en un escenario gobernado por la desinformación, es prioritario también recuperar y preservar la confianza y la credibilidad, algo que solo conseguiremos si elegimos comunicar desde la transparencia y la claridad.
Todas estas tendencias serán clave en las estrategias de comunicación, marketing y asuntos públicos en las próximas décadas. La revolución tecnológica con la persona en su centro es una idea transversal que incluye el reto digital de vertebrar la sociedad y las diferentes realidades nacionales.