Y finalmente se encuentra el imperativo económico. Ese cuidado por el medio ambiente y esa vocación social no son incompatibles con el éxito empresarial y contribuyen a que este se produzca. La transformación social competitiva aporta una ventaja a las compañías al posibilitarles alcanzar el éxito y la rentabilidad desde la sostenibilidad social y del entorno. En ese sentido, las empresas están llamadas a ejercer un rol de liderazgo y pedagogía. Como subraya Dolors Novell, propietaria de Café Novell, “es responsabilidad de las empresas catalizar la sociedad hacia el uso de productos más sostenibles”.
Esta triple apuesta empresarial nace no de una exigencia legal, sino de un doble compromiso ético y social. Es un imperativo ético contribuir a conformar una sociedad más justa, algo que, en estos momentos, todas nuestras sociedades piden cuando reclaman a las compañías enfoques más humanos y ejemplaridad en línea con la Agenda 2030.
Este nuevo paradigma y modelo empresarial nos exige también ser capaces de impulsar nuevos emprendimientos generadores de renovadas oportunidades de empleo. Nos obliga a reinventarnos apostando por innovación y creatividad, lo que se acaba transformando en una ventaja comparativa: ser más productivos, competitivos y lograr sostenibilidad económica, social y medioambiental contribuye al éxito como empresa.
La transformación social competitiva supone el diseño de una estrategia de empresa, de carácter integral y sostenida en el tiempo, que lleve como bandera el compromiso por un desarrollo más sostenible, así como una apuesta por patrones de crecimiento que contribuyan a la formación de sociedades equilibradas. Lograr esa simbiosis crea un círculo virtuoso: la implicación en construir valor invirtiendo en esa mejora del contexto social y medioambiental en el que la empresa se desarrolla contribuye a su éxito como negocio.»
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