
“Confía en mi, soy fuerte y te protegeré”; la falsa promesa del liderazgo antiguo ya no funciona
Tenemos que inventar un nuevo pacto. Adjunto la segunda parte del artículo de opinión del diario La
República de Colombia.
En el modelo del liderazgo imperfecto, la misión de un directivo debe ser involucrar al máximo a su equipo. Para ello, es vital no ocultar tus propias limitaciones y saber pedir ayuda en aquellos temas que no son tu fuerte. No existe el líder perfecto ni nadie puede mantener a flote a una empresa él solo. Ya no se trata de que el directivo sea una superwoman o un superman, se trata de que sea capaz de despertar a la superwoman y al superman que cada empleado lleva dentro. El liderazgo empresarial pasa por movilizar al equipo convirtiendo a los empleados en embajadores de la marca.
Hace años era factible movilizar desde la autoridad; confía en mí, soy mejor que tú, más listo y más importante. Esa estrategia ya no funciona, la movilización se consigue situándose al mismo nivel: confía en mí, compartimos los mismos valores, ilusiones y miedos. Por ello, los directivos deben esforzarse para desarrollar cómplices y no súbditos si quieren enfrentarse con éxito a los nuevos desafíos. Lo que funciona ya no es la proyección sino la identificación. Este cambio se ha producido también en los discursos políticos. Antes confiábamos en quienes no entendíamos, pensábamos que era porque sabían más y eso nos convenía. Hoy recelamos frente aquello que no podemos comprender porque pensamos que si alguien no habla para que le entiendan, puede ser que quiera engañarnos.
Por todo ello, cada vez es más importante dar fuerza al equipo. Los buenos directores no son los que supervisan el trabajo de los demás ya que los equipos bajan la guardia cuando saben que alguien va a responsabilizarse de corregir sus errores o de tomar las decisiones. Esto no implica que los líderes deban renunciar al afán de superación y al perfeccionismo. Todo lo contrario, los directivos deben colocarse al frente de las iniciativas de la compañía pero deben hacerlo desde una nueva altura.
Primera parte del artículo publicado en La República de Colombia