Thomas Neisinger, Carsten Moser, el embajador alemán Reinhard Silberberg y José Luis López-Schümmer
Me insistieron mucho en que me reservara la fecha. Un almuerzo en la embajada alemana en España. Para despedir a Thomas Neisinger, entendí, hasta ahora Ministro de la Embajada Alemana en España, responsable de economía, una persona a la que considero amiga, inteligente y de muy buen fondo. Creo que además su aportación en las relaciones económicas entre España y Alemania ha sido muy importante, especialmente en estos últimos años, con esta crisis.
Sorpresa. Al acabar el almuerzo, Carsten Moser, mi presidente en la Cámara de Comercio Alemana en España, el cual me propuso sustituirle presidiendo la comisión de comunicación y acompañarle como vicepresidenta, nos dice que el almuerzo es para darnos las gracias, a otras dos personas que han estado en esa Junta donde he hecho tan buenos amigos, Carme Mur y Mariano Riestra, a Thomas y a mi. Carsten sabe que las palabras que me dedicó me llegaron al corazón. Contar que como al cazador cazado, al final también había homenaje para él, que este año acaba su presidencia.
Y me quedo con las palabras de José Luis López-Schümmer, presidente de Mercedes Benz y futuro nuevo presidente de la Cámara. Nos comentó que hay una palabra que le gusta más que la moderna «excelencia», que con la influencia anglosajona la encontramos ahora rodeándonos en el mundo de la empresa. Eligió la palabra «grandeza«. Me uno. Por la grandeza, que está en las personas, especialmente en aquellas que no creen que el mundo es demasiado grande para modificar el curso de las cosas, y que sin importar el tamaño de sus proyectos, los empujan. Con nombres como el de Carsten y Thomas se construyen grandes relaciones entre países. Algunos, desde la medida de nuestras fuerzas, estamos siempre dispuestos a ayudar.
La placa está en la sala azul de Inforpress Madrid. Mi experiencia en la Cámara y la oportunidad que he tenido de conocer a Thomas y a Carsten, la llevo conmigo. También al embajador. Ha sido un lujo. ¡Y sigue, claro!